Leo con mucha curiosidad un artículo en El País sobre cómo Internet está cambiando nuestra forma de leer y de pensar. Hace algunos años asistí a un curso de doctorado en el que se planteó esta misma cuestión, cómo Internet incidiría en nuestra lectura, nuestro pensamiento y sobre todo en la forma de adquirir conocimiento.
Si hasta ahora la lectura y la adquisición de conocimiento eran procesos secuenciales, a partir del desarrollo de Internet, habíamos pasado a una forma de leer y de pensar hecha de saltos, de trozos.
Desde aquel momento he intentado observar en mí estas dos formas de leer. Y veo que conviven las dos, quizá por necesidad; porque ambos medios conviven hoy por hoy realmente. Seguimos leyendo de forma secuencial cuando lo hacemos sobre papel, cuando leemos plácidamente una novela, cuando estudiamos en profundidad un tema en unos folios. Pero también nos adaptamos al medio cibernético que nos invade, gustosamente, todo hay que decirlo. Y efectivamente, aquí nos ponemos a dar saltos, a leer de adelante atrás, de atrás hacia delante, enlazamos sin parar unos temas con otros.
Yo no pierdo el hilo leyendo una novela, no, pero a veces me pierdo dando vueltas por Internet… supongo que será porque pertenezco a esa generación nacida casi a la vez que la primitiva ARPANET. Y creo que muchas de las acciones que se atribuyen a la influencia de Internet llevamos mucho tiempo practicándolas. Ahora que tanto se habla de la generación “corta y pega”, quién no se acuerda de los trabajos del colegio, cuando copiábamos un poco de la enciclopedia, otro poco de algún libro… y trabajo listo para presentar. ¿La diferencia? Que antes en vez de arrastrar el ratón, arrastrábamos el boli.
Se habla también de que hoy día la juventud está poco formada para encontrar información, para desarrollar estrategias adecuadas de búsqueda, para localizar fuentes. Pero esto no es un problema de Internet. Posiblemente la raíz del problema está en el enfoque dado desde la escuela, desde la familia y desde el entorno. Internet no enseña a leer, no enseña a razonar no enseña a investigar. A Internet hay que llegar con todo esto aprendido, si no, estás perdido, dentro y fuera de la red.
La propia sociedad conjugada con la tecnología ha desembocado en una sociedad de las prisas, la obsesión por la producción, por estar siempre ocupados… La contemplación y la reflexión no caben en nuestro día a día. Y en yuxtaposición vivimos largos años anclados a un mismo hacer, a una hipoteca, aferrados a estructuras sociales poco cambiantes.
El artículo de El País alberga una esperanzadora conclusión, en la que tecnología y mente humana se conjugan para crear nuevas formas de acceso al conocimiento.
Buen fin de semana.
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