Crónica del auxiliar itinerante

Me levanto temprano, el trabajo apremia. Me ducho con agua fría, para espabilarme bien y coger carrerilla. Salgo de casa, cojo la bicicleta y pedaleo a toda velocidad hacia mi primer destino. La biblioteca Número Uno. Por el camino me paro a recoger la prensa del día y las revistas. Tiro de la persiana con fuerza hacia arriba, abro con la llave. Numerosos usuarios me esperan en la puerta. Saben que el tiempo es oro, ya que la biblioteca no puede permanecer abierta mucho tiempo (me encargo yo solito de otras 5 bibliotecas más). Así que deben hacer rápidamente las devoluciones, leer la prensa en un pispás, seleccionar nuevas obras para llevarse en préstamo… Hacen formalmente la cola , realizan sus préstamos y algunos ya empiezan a irse para que yo pueda ordenar las estanterías. Además hoy es viernes, he recibido la caja con las novedades y tengo que sellarlas, tejuelarlas, darlas de alta en el sistema informático (menos mal que me vienen ya catalogadas) y colocarlas en sus correspondientes ubicaciones. Uf!! Me quedan 30 minutos para este cometido. A ver si me da tiempo, que si no el lunes se me acumula el trabajo, y con todas las devoluciones del fin de semana y los periódicos cargados de suplementos del domingo… Cierro la biblioteca.

Cojo la bicicleta para ir a la Biblioteca Número Dos. Además de las funciones propias diarias, y de recoger por el camino la prensa de este centro, hoy aquí tengo Cuentacuentos. Llego, abro, entran los usuarios y pronto llegan los niños del colegio. Preparo la zona infantil. Me disfrazo, para meterme más en ambiente, que si no con tanta prisa… Les cuento un cuento rápido, y tengo que cerrar apresuradamente para ir a mi siguiente destino: La Biblioteca Número Tres.

Sudo por el camino porque no me ha dado tiempo a quitarme el disfraz y además esta biblioteca está en un alto. Pero claro, uso la bici para no perder tiempo buscando sitios para aparcar. Así que llego sudoroso, abro la biblioteca y me aseo un poco en el baño. Me gusta estar presentable. Como ha llovido tanto estos días, ha salido una gotera. Llamo rápidamente al servicio de mantenimiento del ayuntamiento para que vengan a subsanarla lo antes posible, que se me está mojando el fondo local. Bueno, así aprovecho y lo reorganizo, que ya tenía ganas de hacer esta tarea… Así que mientras espero a los de mantenimiento saco toda la sección a un carro para dejarles despejada la zona. Claro, cuando llegan ya casi me toca cerrar la biblioteca, así que tengo que dejarles allí trabajando. Les indico cómo poner la alarma, cojo la bici y me dirijo corriendo hacia la Biblioteca Número 4.

Por el camino me paro a tomar un café y un pincho para coger fuerzas.

En la Biblioteca Número 4 hoy tengo una formación de usuarios con un grupo de prejubilados de la mina. Es la tercera fase de la formación. Tengo que partirlas en minicursos, para poder abarcar el programa. Como ya nos conocemos, nos ahorramos las presentaciones y así vamos veloces.

Siguiente destino: la Biblioteca Número Cinco. Aquí me toca taller de lectura con las amas de casa. Están entregadas y leen los libros con viveza. Pero debo organizar el taller en minitertulias también. Ya saben, no hay mucho tiempo.

Cojo la bici ya para ir a la última de las bibliotecas que atiendo, la Biblioteca Número 6. Está en un barrio algo conflictivo y ya se ha hecho de noche. En los años 80 ningún bibliotecario hubiera aceptado un puesto aquí. Yo estoy muy contento, la biblioteca, a pesar de permanecer abierta un breve espacio de tiempo diariamente, se ha convertido en un referente. Hoy tengo un encuentro con una autora. Viene a presentarnos su última novela, recién editada. Como es la última biblioteca que debo atender hoy, puedo dedicarle un poco más de tiempo y tratar como se merece a la escritora.

Estoy rendido. Este trabajo va a acabar conmigo. La nueva gestión es así, pasamos de las bibliotecas itinerantes a los bibliotecarios itinerantes. Un trabajo duro. Suerte que hoy habla de mí La Nueva España. Por fin se reconoce mi trabajo ¡¡salgo en prensa!! Deberían haber puesto una foto mía para ilustrar el artículo, ¿no? aunque no es necesario, soy muy conocido en Gijón ¡no olviden que atiendo 6 bibliotecas!

4 Comentarios

  • Genial!! Y, por casualidad, el esforzado bibliotecario, ¿no tendrá la categoría de conserje en el convenio de oficinas y despachos?

  • ¡Ya no nos queda más que la ironía! La verdad es que dan ganas de acercarse a Oviedo y abrazar algunas farolas. <BR/>Si no estoy mal informado, en Gijón las bibliotecas tienen 25 puestos de trabajo en su plantilla de personal (todos fijos y a jornada completa). Eso es un derroche intolerable. Deberían pedir ayuda al autor del informe técnico ovetense y echar inmediatamente echar a a los 24 o 25

  • Buenas, me siento bastante identificada contigo…soy bibliotecaria itinerante de 2 comarcas de la "Catalunya profunda", en un total de 17 bibliotecas y 2 bibliouses. Pero voy un poco más descansada; no suelo ir a más de una biblioteca por día (exceptuando casos de urgencia, que voy por la mañana a un sitio y por la tarde a otro). Mi función es sustituir los trabajadores en caso de días de fiesta

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